La brigada helitransportada de Becerreá llegó para tratar de contener el fuego en Folgoso, pero no pudieron ni empezar porque su helicóptero se quedaba sin autonomía de vueo suficiente para bolver a su base PIRO
Dos docenas de voluntarios detienen el avance del fuego a dos kilómetros de Folgoso sin tener apenas medios
25 jul 2022 . Actualizado a las 18:21 h.
Decenas de vecinos de la Serra do Courel se están echando al monte estos días para tratar de salvar sus pueblos. Ante la evidencia de que los medios oficiales llegan pocas veces cuando los reclaman, estos vecinos han decidido encargarse ellos mismos del trabajo. Ocurre todos los días desde el jueves pasado, pero una de las situaciones que mejor pone en evidencia lo que está pasando con estos incendios en O Courel se produjo a última hora de este martes en Folgoso. Sin apenas ayuda oficial fueron capaces de parar un frente de fuego en el monte a dos kilómetros del pueblo.
En la acometida a este frente de fuego participaron un grupo de vecinos de Folgoso y otro formado por residentes en diferentes puntos del municipio que se coordinan para acudir allí donde hace falta. Algunos tienen preparación en extinción de incendios porque trabajan como bomberos forestales, como un brigadista en activo que estaba de descanso pero se sumó a ellos a pesar de que el día anterior se había lastimado en un ojo. Pero la mayoría solo pueden aportar ganas y conocimiento de la zona. En total, llegaron a juntarse unas 25 personas. El único respaldo oficial que tenían era el de una carroceta del servicio contraincendios y su conductor. El resto lo pusieron ellos, pero no iban con las manos vacías. Usaron incluso una excavadora.
Se supone que Folgoso fue desalojado el domingo y que nadie que no tuviese que ver con los servicios de extinción debía quedase allí, pero no fueron pocos los vecinos que decidieron quedarse, a pesar de la amenaza de sanción. Viendo lo que pasó con la aldea de Vilar, destruida por el fuego casi por completo, no se fiaban de lo que podía pasar con sus casas. Los que se quedaron estaban preocupados desde el lunes por un frente que ardía varios kilómetros por encima del pueblo. Ese día, un grupo de ellos utilizó una excavadora para abrir un cortafuegos de cinco kilómetros de longitud entre el fuego y las casas. Pero el martes vieron que el fuego bajaba y dieron la voz de alarma.
Durante toda la tarde, este grupo de vecinos y los voluntarios llegados de otros puntos del municipio trabajaron para frenar el avance de las llamas. Donde decidieron hacerle frente al fuego fue en el espacio que hay entre Folgoso y el cañón del río Fiais. Trabajaron monte arriba y con la ayuda de la carroceta que les enviaron desde el dispositivo oficial contraincendios y de una cisterna agrícola cargada con agua.
La Xunta les mandó también la brigada helitransportada que tiene su base en Becerreá, pero en realidad apenas pudieron ayudar. Quince minutos después de que el helicóptero los dejase en tierra los cinco integrantes de la brigada tuvieron que volver a subirse en él. El aparato se había quedado sin combustible para más y tenía que marcharse ya si no quería quedarse tirado allí. Los bomberos lamentaron el tiempo que estuvieron en el aire esperando a que les ordenasen aterrizar en Folgoso. No pudieron ni siquiera empezar a utilizar sus batefuegos, porque recibieron la orden de volver antes de que pudiesen llegar al sitio en el que estaban los vecinos.
Los bomberos de La Palma
«A maioría non estamos preparados para facer isto, pero cando un ve que periga o sitio no que vive iso tanto ten», explica Óscar Carrete, que vive en la aldea de Teixeira pero forma parte del grupo de voluntarios que este martes se acercó a echar una mano en Folgoso.
Portavoz municipal de C@urel Vivo, insiste en desvincular todo esto de su responsabilidad como concejal y apunta que si la Xunta admite que faltan medios quizás debería pensar en proporcionar algo de material a los vecinos: «Nós chamamos ao distrito forestal e dixémoslles que xa que non tiñan medios que polo menos mandasen traxes ignífugos para que puidésemos ir algo protexidos, pero contestaron que non podían, que non os tiñan».
Óscar Carrete asegura que un grupo de bomberos canarios, de la isla de La Palma, se pusieron en contacto con ellos para ofrecerles ayuda. Querían enviarles ellos desde allí la ropa ignífiga. «É curioso —reflexiona— que te poidas sentir máis protexido por un servizo público que está a miles de quilómetros de distancia que pola túa propia Administración».