miércoles, 30 de marzo de 2016

Mariposas y estalagmitas que ayudan a conocer los climas prehistóricos

Los científicos conceden gran valor a la combinación de los estudios de biología y geología en O Courel


FRANCISCO ALBO 
MONFORTE / LA VOZ 30/03/2016 13:10

El Instituto Universitario de Xeoloxía de A Coruña espera que la investigación sobre los climas prehistóricos que acaba de realizar tomando como base las estalagmitas de la cueva de Arcoia -en la sierra de O Courel- sirva en los sucesivo para estudiar con más profundidad la evolución de la fauna en las montañas gallegas. Gracias a este estudio se han reconstruido con gran precisión los datos climáticos de setenta períodos diferentes situados entre las dos últimas glaciaciones y en la época posterior a la última Edad del Hielo. Esta información, combinada con los estudios sobre la fauna antigua que se han realizado hasta el momento y los que se lleven a cabo de ahora en adelante, servirá para trazar un mapa mucho más exacto de las transformaciones medioambientales que se produjeron en este territorio en tiempos pasados y quizá también a predecir los cambios que pueden darse en el futuro.

Juan Ramón Vidal Romaní, director del referido instituto, señala a este respecto un estudio sobre las poblaciones de una rara especie de mariposa, denominada Erebia triaria, que realizó hace tiempo la investigadora Marta Vila y que dio pie a una tesis doctoral presentada en el 2004. El trabajo fue dirigido por el propio Vidal y por el científico sueco Mats Björkulnd. Según dicho estudio -basado en gran parte en el análisis genético de los insectos-, las sierras orientales gallegas fueron colonizadas por dos linajes diferentes de esta especie después de la etapa más fría de la última glaciación, hace unos 20.000 años. Uno de de estos linajes se extendió primeramente por las sierra de O Courel, Os Ancares y Queixa a partir de alguna zona de refugio más cálida en la que las mariposas sobrevivieron a la glaciación. Otro grupo genético procedente de un área geográfica distinta colonizó más tarde O Courel, Queixa y las sierras del norte de Portugal.

Vidal apunta que si esta investigación se realizase ahora, disponiendo de los datos climáticos que acaban de ser extraídos de las estalagmitas, se podría obtener un panorama considerablemente más detallado de la historia de la expansión de la Erebia triaria por las montañas gallegas. «Cuando se elaboró esa tesis teníamos una visión más o menos aproximada de la cronología glaciar de la sierra de O Courel, basada en estudios realizados en otros territorios -señala el científico-, pero ahora contamos una información climática muy fiable que procede de esta misma zona». Con estos datos, agrega, se podrán reconstruir con más precisión los procesos de expansión, extinción o recolonización experimentados por las diferentes especies de animales y plantas que poblaron estos territorios en las épocas prehistóricas y las que lo siguen haciendo en la actualidad.

Una especie muy singular y escasa que tiene su hábitat en las zonas montañosas


La Erebia triaria es una especie propia de las áreas montañosas que está presente en diversos macizos del sur y del centro de Europa y que se halla en peligro de extinción en varios países. Puede vivir en zonas relativamente bajas -como valles montañosos, desfiladeros y sierras cercanas al mar- y en alturas de hasta 2.000 metros. Las poblaciones de la Península Ibérica se encuentran principalmente en las montañas de la zona norte, pero también hay algunas en la parte central.

Las colonias gallegas de esta especie son las más occidentales del mundo, pero esa no es su única peculiaridad. En Galicia existe una subespecie propia que se diferencia de las demás poblaciones peninsulares, denominada Erebia triaria pargapondelense en honor al geólogo Isidro Parga Pondal. Esta variedad fue descubierta en 1977 por el entomólogo Eliseo Fernández Vidal, quien la localizó por primera vez en la sierra de O Xistral.

Una población aislada

Según la tesis doctoral presentada por Marta Vila hace doce años, la Erebia triaria pargapondelense pudo colonizar hace unos 200.000 años, este territorio del norte de la provincia, donde formó una población singular que permaneció aislada de sus congéneres de otras zonas del noroeste ibérico. Aún hoy, esta colonia muestra una notable divergencia genética con la población más proxima de la misma especie, situada en Os Ancares.

Los análisis genéticos muestras que en Europa hay tres linajes genéticos diferentes de esta especie. Uno de ellos es la referida población de O Xistral. El otro comprende algunas poblaciones de las sierras de O Courel, Os Ancares y Queixa, y está extendido además por los Pirineos y los Alpes. Un tercer grupo genético está también presente en Courel y Queixa, así como en el noroeste de Portugal y en el centro de la península.

El estudio de Marta Vila apunta por otra parte que en las épocas más frías de la prehistoria estos insectos vivieron en zonas de baja altitud y que a medida que el clima se volvía menos riguroso fueron poblando territorios montañosos más altos.

Datos útiles para reconstruir tanto la historia de los insectos como de los osos cavernarios


Los investigadores del instituto geológico de la universidad coruñesa señalan que los datos climáticos proporcionados por las estalagmitas de las cuevas de Arcoia se podrán utilizar para estudiar la evolución de especies animales muy diferentes, algunas de las cuales dejaron importantes rastros fósiles en las cuevas de las sierras orientales lucenses. No es el caso de las mariposas Erebia triaria, de las que hasta ahora no se encontró ningún ejemplar de origen prehistórico en Galicia. Lo que se sabe de su historia se ha deducido a partir de los análisis genéticos y de los datos geoclimáticos extrapolados de otras zonas.

Pero los científicos vinculados a esta entidad -principalmente la paleontóloga Aurora Grandal- han podido recuperar en las últimas décadas un buen número de fósiles de mamíferos de gran tamaño en las cuevas de O Courel, como el oso cavernario, el oso pardo, el ciervo y el uro o toro salvaje. En los últimos años, los investigadores del proyecto «Ocupaciones humanas durante el Pleistoceno de la cuenca media del Miño» localizaron también numerosos restos de animales prehistóricos en los yacimientos de Cova Eirós -en Triacastela-, y Valdavara, en Becerreá. Estos fósiles abarcan especies sumamente variadas, desde los leones de las cavernas o los rinocerontes lanudos hasta los reptiles, los anfibios, los roedores, las aves y los murciélagos.

A partir de ahora, gracias a las estalagmitas de Arcoia, será mucho más fácil saber en qué condiciones climáticas y ambientales vivieron todos estos animales.
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/lemos/2016/03/25/mariposas-estalagmitas-ayudan-conocer-climas-prehistoricos/0003_201603M25C3991.htm