Los testimonios del estilo de vida tradicional que caracterizó en tiempos a
la sierra de O Courel se acumulan en una de las localidades más representativas
de la zona
C. RUEDA F. ALBO
11/01/2009 02:00 H
La aldea de Meiraos fue en tiempos una de las principales poblaciones de O
Courel y conserva numerosas e interesantes muestras del estilo de vida
tradicional de la sierra. Sus peculiaridades históricas y etnográficas y su
belleza paisajísticas hacen que este rincón merezca una visita demorada. Para
llegar a Meiraos hay que salir de Seoane por la carretera que conduce al valle
de Lóuzara y a Samos. La localidad está a 2,5 kilómetros de Seoane.
El pueblo conserva en buen estado una gran parte de su arquitectura
popular. Muchas viviendas presentan la particularidad de tener esquinas
cortadas para permitir el paso de los carros cargados de centeno por las calles
estrechas y sinuosas. Las construcciones conservan huellas de antiguas obras y
reformas, como la casa de Torre de Sancho, con un arco de medio punto hecho de
lajas de pizarra, ahora tapiado. En la casa de López, puertas y ventanas están
enmarcadas con piedras de cantería, algunas de las cuales presentan las marcas
del desgaste producido por el afilado de las herramientas agrícolas.
Según reza la tradición local, una de las cuatro primeras casas que se
construyeron en la aldea fue el llamado Pendello de Vicente. Se dice que la
piedra con se que hizo vino del monte de A Fonte Vella y sus paredes curvas se
asientan directamente en la roca viva. Cuentan también que la última vivienda
que se hizo en Meiraos fue la Casa da Macha, cuyas las vigas vinieron de una
carballeira secular situada en el monte de Chanzancadas.
En la parte superior de la aldea está el castaño más longevo de Meiraos. Es
el llamado castiñeiro de Arza da Porta de Morales. Fue podado en innumerables
ocasiones y parece que incluso se hizo algún intento de cortarlo, pero resistió
a todas las tentativas. Este árbol venerable y de notable grosor es hoy un
símbolo de la aldea.
Iglesia de Santa María
A unos novecientos metros del núcleo de población, al pie de la carretera
que lleva a Samos, se encuentra la iglesia de Santa María de Meiraos. Aislada
sobre una colina, ocupa posiblemente el lugar donde antes se alzó otra construcción
aún más antigua y no sería de extrañar que haya sido un lugar de culto ya en
tiempos remotos. El edificio actual fue construido en 1614 y ampliado en 1857,
según indican unas inscripciones que pueden verse en el retablo mayor. Este
retablo exhibe además cuatro figuras de músicos con unas peculiares vestimentas
tradicionales, que sirvieron de inspiración para crear el actual uniforme de la
Banda de Gaitas do Courel.
La iglesia de Meiraos conoció sus tiempos de esplendor entre los siglos
XVII y XVII, cuando fue el centro de la jurisdicción que ejercía en esta zona
la Orden de Santiago. Bajo el coro se halla el osario, donde -siguiendo una
costumbre antaño habitual en muchas poblaciones- se depositaban los restos
mortales recuperados del cementerio. En este impresionante rincón descansan aún
los despojos de antiguos habitantes de Meiraos, Vilasibil, Miraz, Paderne y
Pedrafita.
El castro de Santo Estevo, que sin duda dio origen a la población actual,
está situado a unos ochocientos metros de la localidad, por debajo de la
carretera que conduce a Seoane, que fue un camino real. Está muy deteriorado,
ya que el antiguo recinto fue ocupado por cultivos y en su croa crece una
carballeira. Aún así se aprecian el lugar varios restos de construcciones. Aquí
también estaban una capilla y un viejo cementerio. Del antiguo camposanto solo
queda una pequeña tumba sobre la que se construyó un muro que cierra una finca.