lunes, 5 de junio de 2017

Recuerdos de un antiguo esplendor en A Ferrería do Incio

El antiguo balneario no logró recobrar su actividad, pero dejó un rastro profundo que aún perdura





Hace ahora veinte años que fue vendido el hotel balneario de A Ferrería do Incio -que entonces ya llevaba un tiempo cerrado-, uno de los más antiguos y célebres de Galicia. Inaugurado en 1882, fue un importante motor turístico y económico. En torno a él se fueron abriendo cantinas, pensiones y fondas para los agüistas que no se podían permitir una estancia en el hotel. Tras la venta empezaron unas obras de rehabilitación con la idea de reabrir el hotel, pero quedaron paralizadas definitivamente en el 2005. El balneario no ha vuelto a conocer su antiguo esplendor, pero la localidad posee otros atractivos que en la actualidad no son aprovechados a fondo.
CARLOS RUEDAFRANCISCO ALBO
MONFORTE / LA VOZ 04/06/2017 09:34

A Ferrería es una de las poblaciones más singulares del municipio y está catalogada como conjunto etnográfico y Arquitectónico. Buena parte de sus viviendas están construidas sobre elevados peñascos y muchas de ellas poseen amplios corredores y balcones de madera que se asoman sobre el cauce del río Antiga. Este curso de agua se une en el centro del pueblo con el arroyo de Lameiro, lo que acentúa la peculiaridad del paisaje. Un paseo fluvial paralelo al primero de estos ríos permite apreciar mejor todo el connjunto.

Orígenes históricos

El nombre de A Ferrería parece proceder de una antigua industria siderúrgica artesanal -de la que hoy no quedan restos-, que estaría ubicada frente al edifico del hotel balneario. A partir del siglo XVIII pasó a ser propiedad del los condes de Campomanes, que la explotaron hasta finales del siglo XIX, época en la que cerraron la mayoría de las ferrerías lucenses. El 15 de enero de 1884, las aguas ferruginoso-arsenicales del manantial de la localidad fueron declaradas de utilidad pública. Fue entonces cuando la familia Campomanes mandó edificar el hotel. También fueron dueños de la llamada casa palacio, que fue habilitada como hospedaje.

En torno al balneario fueron surgiendo pensiones y fondas como las denominadas Casa de Arriba, Casa de Abaixo, Casa da Vila, Casa da Ponte, Casa do Relojero y Casa da Sucursal, entre otras. Un vecino de A Ferrería, Manuel Armesto, recuerda bien aquellos tiempos, puesto que su familia regentó la fonda de la Casa da Vila. Tenía nueve habitaciones y entre los años 40 y 50 del siglo pasado cobraba a cada agüista -por cama y comida- cinco pesetas diarias. El precio se fue incrementando hasta llegar a cincuenta pesetas al día entre las décadas de 1970 y 1980.

Los visitantes iban a tratarse de diversas dolencias, pero según Manuel Armesto, la mayoría estaban aquejados de problemas de articulaciones y de anemias. «Ao principio de empezar o tratamento, había algunha xente que comía moi pouco -recuerda-, pero aos poucos días de tomar as augas xa pedían na pensión que se lles aumentasen a cantidade de comida no prato».

Prescripción médica

Para tomar las aguas del manantial era necesario que fuese bajo prescripción médica. Un médico de la capital del municipio iba a atender a los pacientes del balneario y él decidía quiénes podían seguir el tratamiento, firmando autorizaciones en papeletas. María Aurora Vide era la encargada de atender a los agüistas y recuerda quque en los mejores tiempos se despachaban hasta mil papeletas al año. Era cuando el hotel funcionaba a pleno rendimiento, en los años 50. Por entonces cada una de aquellas papeletas o pases costaba cien pesetas -la mitad para los niños- y era válida para toda la temporada. Luego los precios fueron aumentando de forma drástica, hasta llegar a 2.000 pesetas.

Son muchos los recuerdos que han quedado en A Ferrería de aquellos años. «Ten vindo xente moi importante a tomar as augas, como a marquesa de Saavedra, un gobernador de Francia, Laureano López Rodó -ministro de Asuntos Exteriores en el franquismo-, a familia de Rajoy e moita máis xente que agora non recordo», cuenta María Aurora. «Tamén viña Manuel Fraga pero só para visitar a Manuel Gasset, o dono do hotel», añade.

DESDE A CRUZ DO INCIO

Hay que salir de la capital municipal por por la carretera que lleva a Hospital do Incio y A Ferrería. Esta última localidad se encuentra a ocho kilómetros de la cabecera del municipio.