viernes, 29 de abril de 2016

Desastre ambiental en O Courel

Las lluvias causaron fuertes pérdidas de suelo en la zona del valle del Lóuzara arrasada por el fuego el verano pasado

FRANCISCO ALBO 
QUIROGA / LA VOZ 29/04/2016 22:38

Según todos los indicios, las lluvias de los últimos meses han causado un deterioro ambiental de grandes dimensiones en la zona de la sierra de O Courel que fue arrasada por un incendio a finales de julio del año pasado. El biólogo y catedrático Javier Guitián -antiguo director de la estación científica de Seoane y experto en la flora de la zona-, que visitó el lugar esta semana, señala que las aguas pluviales provocaron importantes pérdidas de suelo en las laderas quemadas, situadas en la margen derecha del río Lóuzara. En su opinión, una buena parte de la zona afectada por el fuego -de algo más de 195 hectáreas de extensión- no podrá recuperar su cubierta vegetal. «Creo que en las áreas de mayor pendiente va quedar solo la roca aflorada y que la vegetación probablemente no va a regenerarse», apunta.

El aspecto que ofrece ahora la zona -indica Guitián por otro lado- es prácticamente igual al que presentaba poco después del incendio, que comenzó el 25 de julio y fue declarado extinguido el 29. Las laderas siguen ennegrecidas y desprovistas de vegetación. «En otros lugares lo normal sería que ya hubiesen brotado brezos y helechos, pero en este caso no ha crecido nada, salvo algunas manchas de musgo en ciertos sitios», explica. En otras visitas que efectuó el biólogo a finales del año pasado y a comienzos del actual no había percibido ninguna mejora en este aspecto. Pero ahora la situación ha empeorado, ya que en las cunetas de la carretera que discurre al pie de las laderas se acumulan grandes cantidades de tierra mezclada con ceniza, lo que indica que hubo fuertes arrastres.

Meteorología desfavorable


Según Guitián, las condiciones meteorológicas que se registraron en la zona desde que se produjo el incendio fueron totalmente adversas para que pudiese rebrotar la vegetación. El verano se caracterizó por una sequedad extrema y durante el otono tampoco se registraron precipitaciones de alguna importancia. De esta manera, cuando empezaron a producirse lluvias, las laderas seguían tan desprotegidas como lo estaban después del siniestro. «Además, todo indica que durante los últimos tres meses las lluvias que cayeron en esta zona fueron bastante torrenciales», agrega el biólogo. Es decir, lo peor que podía suceder en una zona caracterizada por una orografía especialmente abrupta, con laderas muy empinadas -casi verticales en numerosos lugares-, y que ha perdido por completo su cubierta protectora.

Javier Guitián puntualiza que aún queda mucha primavera por delante y que habrá que esperar algún tiempo para evaluar mejor el efecto de la erosión en las zonas quemadas y el alcance de la degradación ambiental. «Pero en las laderas de la margen opuesta del río, que no fueron afectadas por el fuego, se ve que la vegetación ya está rebrotando con mucha fuerza, mientras que en la zona quemada parece que el incendio aún acaba de suceder», añade. «La pinta que tiene todo esto es la de un desastre», concluye.

Un siniestro que hizo desaparecer por completo una masa vegetal de notable valor

De acuerdo con los cálculos realizados por los técnicos de la Consellería de Medio Rural inmediatamente después del incendio, el fuego quemó 187,33 hectáreas de monte bajo y unas ocho de zona arbolada. Pero pese a sus dimensiones reducidas, la pérdida del área boscosa supuso un grave daño ambiental, según indicó en su momento Javier Guitián. El bosque arrasado, que se encontraba a lo largo de un camino que une las aldeas de Cortes y Lousadela, era un importante conjunto de árboles autóctonos -principalmente robles y castaños, muchos de ellos centenarios-, muy representativo de la vegetación de la sierra.

En cuanto a las áreas de monte bajo que ardieron, su vegetación consistía sobre todo en diversas especies de brezo -como la Erica australis-, muy comunes en la zona. No se perdieron comunidades de variedades raras o amenazadas, pero la presencia de esta cubierta vegetal era de gran importancia para retener el suelo de las laderas y frenar la erosión.

Zona apícola tradicional

Por otro lado, las poblaciones de brezos de esta parte de la sierra de O Courel poseen un gran valor como fuente de alimentación para las abejas. En la zona quemada hay un buen número de alvarizas o colmenares tradicionales. Estas construcciones llevaban mucho tiempo en desuso y estaban en gran parte cubiertas por la vegetación. Fue precisamente el fuego lo que las puso al descubierto.

Un relieve abrupto que impidió tomar medidas para paliar daños cuando el incendio fue extinguido

Teniendo en cuenta el relieve abrupto y completo de la zona donde se produjo el incendio del pasado julio -que dificultó considerablemente las tareas de extinción-, poco se podía hacer para paliar los posibles daños ambientales una vez que el fuego quedó extinguido. Javier Guitián ya advirtió por entonces de que no podría hacerse «absolutamente nada» para evitar los arrastres de tierra y ceniza y limitar la erosión de las laderas en caso de que se produjesen lluvias intensas en la zona. En los terrenos escarpados que arrasó el fuego no era posible aplicar remedios como la colocación de barreras de paja para frenar las escorrentías, algo que sí se llevó a cabo tras un incendio que se registró hace unos años en las Fragas do Eume. Una solución de este tipo solo puede ser efectiva en zonas de escasa pendiente.

Así las cosas, lo único que cabía esperar es que se produjesen lluvias suaves y prolongadas que ayudasen a rebrotar paulatinamente la vegetación en las zonas quemadas y que las nuevas plantas compactasen el terreno. Esta circunstancia se dio después de otro incendio que tuvo lugar en una zona muy próxima a esta -en los límites de los municipios de Folgoso do Courel y Samos- en marzo del 2012. Aquel otro siniestro se produjo al final de un invierno muy seco, que fue seguido de un período de lluvias moderadas. Algún tiempo después la vegetación volvió a crecer en los terrenos calcinados y desapareció el riesgo de arrastres.

Pero en esta ocasión no hubo la misma suerte que entonces. Unas condiciones orográficas muy difíciles y una situación meteorológica desfavorable se han combinado para causar un grave daño que previsiblemente dejará unas huellas duraderas en el paisaje de una zona de especial valor medioambiental.

miércoles, 6 de abril de 2016

A primeira primavera nas microrreservas de flora do Courel

Durante este ano experimentarase o funcionamento dun tipo de área natural protexida que non ten precedentes en Galicia

FRANCISCO ALBO 
QUIROGA / LA VOZ 06/04/2016 22:39

A Asociación Galega de Custodia do Territorio (AGCT) sinalizou recentemente con paneis explicativos as catro microrreservas de flora que estableceu a finais do pasado ano en colaboración con dúas comunidades de montes e un propietario particular do municipio de Folgoso do Courel. Este ano, polo tanto, é o primeiro no que se experimentará en Galicia o funcionamento deste tipo de zona natural protexida, moi diferente das que se crearon ata agora na comunidade. Os promotores do proxecto sinalan que os seus principais obxectivos son favorecer a conservación dunhas comunidades vexetais de especial valor biolóxico, fomentar un novo recurso turístico e ao mesmo tempo reforzar as defensas contra os incendios.

Segundo explica Martiño Cabana, coordinador de proxectos da AGCT, estas catro zonas non requiren unhas medidas de protección moi complicadas. «Esta moi ben conservadas, o que non sucede noutros lugares que están máis deteriorados e necesitan operacións de restauración», sinala. O principal problema que presentan é o crecemento da maleza, que pode prexudicar as comunidades de orquídeas silvestres e outras especies vulnerables que constitúen o seu principal valor. Para solucionalo faranse rozas moderadas de forma periódica. A primeira levarase a cabo en xuño ou xullo, dependendo de cando termine este ano o período de floración das orquídeas.

Reemprazar ao gando

Con estas operación preténdese suprir o labor de limpeza que realizaba antes o gando que pastaba nestas zonas. «Non son propiamente prados, pero usábanse tradicionalmente como pastizais e iso servía para controlar o crecemento da maleza», apunta Cabana. «Se nestes terreos se seguise praticando hoxe a gandería tradicional, estes traballos que pensamos facer non serían necesarios», engade. Para realizar as rozas, a AGCT espera poder contar coa axuda da Xunta ou algunha outra administración. En caso de non ser así, recorrerá ao seu propio persoal ou solicitará a axuda de voluntarios.

En canto ao uso das microrreservas como recurso turístico, os promotores do proxecto apuntan que debe ser controlado, sen fomentar unha masificación que sería contraproducente para conservación das plantas que se pretende protexer. Ao seu xuízo, as visitas guiadas para grupos reducidos de persoas como as que organiza o albergue de Quiroga son unha fórmula adecuada para estas zonas. Para difundir os seus atractivos, a AGCT conta co apoio da asociación Fotografía y Biodiversidad, que difundirá no seu portal dixital as imaxes de plantas e animais tomadas nestas zonas por afeccionados e especialistas. Este portal servirá ademais para realizar un inventario amplo e detallado dos valores naturais das microrreservas. Por outro lado, Cabana indica que o control periódico da maleza axudará a que estas áreas sirvan de barreiras contra os incendios. «As microrreservas están fóra das zonas arboradas e se impedimos que se enchan de matogueira poden actuar como cortalumes naturais, especialmente a do monte Cido, que está nun cumio entre dúas vertentes montañosas», comenta.

A creación das microrreservas do Courel ten por outro lado un especial interese para a AGCT por ser o primeiro acordo de custodia do territorio que se establece en Galicia con comunidades de montes, neste caso as de de Visuña e Moreda. «Fixéronse acordos con propietarios particulares, pero non con comunidades, que representan unha parte moi grande da propiedade en Galicia, e esperamos que isto sexa un precedente importante», sinala Cabana a este respecto.

Delimitar outras zonas

A asociación, así mesmo, está a avaliando a posibilidade de crear algunhas outras microrreservas naturais na Serra do Courel, para o que se necesitará establecer acordos cos propietarios comunais ou particulares dos terreos. Para este obxectivo -como xa sucedeu coa delimitación das catro que xa están creadas- contarase coa colaboración de diversos expertos en flora e fauna.

Cinco hectáreas de biodiversidade

As microrreservas de flora do Courel diferéncianse das outras áreas protexidas galegas por non contar por agora con amparo legal, aínda que foron creadas dentro dun proxecto que conta co apoio da Dirección Xeral de Conservación da Natureza. Estas catro áreas -denominadas Alto da Pedra, Alto do Couto, Afloramento de Visuña e Monte Cido- cubren en total unha superficie de arredor de cinco hectáreas. Esta extensión limitada concorda cos principios en que se basean as microrreservas, que priorizan as superficies pequenas pero dunha alta calidade ambiental. Nestas zonas viven varias especies raras e escasas de orquídeas silvestres, como a Dactilorhiza cantabrica, outras plantas de especial valor e comunidades de bolboretas.

http://www.lavozdegalicia.es/noticia/lemos/2016/04/05/primeira-primavera-nas-microrreservas-flora-do-courel/0003_201604M5C12991.htm